El ejemplo de dos jóvenes talareñas y de su madre
De Talara a Lima hay 1100 kilómetros. Pero a la señora Ernestina Ochoa de Mauricio la distancia le parecía mayor aún. Las 18 horas de viaje en bus eran una eternidad. Junto a ella viajaban sus tres hijos. Mientras ellos dormían, la señora Ernestina miraba el desierto que corría por su ventana. Así se sentía: sola. “¿Sola? Dios está conmigo”, se respondía. Y miraba a sus pequeños – dos mujeres y un varón- a quienes llevaba a la clínica San Juan de Dios. Habían nacido los tres con un problema congénito en las manos.
El tratamiento fue largo. Durante años había que volver para que los especialistas aplicaran las terapias a los tres hermanos Mauricio. Durante ese tiempo, la señora Ernestina se preguntaba, ¿qué comerán mis hijos? ¿Qué vestirán? Los gastos se multiplican cuando estás lejos de tu tierra. Y lo que me enviaba su esposo no alcanzaba. Al comienzo, Ernestina vendía sanguches a las enfermeras. Luego aprendió manualidades y con ese dinero iba al Mercado Central de Lima para comprar insumos. Cintas para hacer escarapelas y venderlas en los paraderos en Fiestas Patrias. O espuma microporosa para confeccionar venados y el Papa Noel más risueño.
Además de vender y cuidar a sus tres hijos, Ernestina visitaba a otros niños hospitalizados y les enseñaba los rudimentos de las manualidades. De esa manera, los niños se olvidaban un poco de la estancia tan difícil que representa un hospital. De pronto, Ernestina advirtió que sus alumnas más destacadas eran sus propias hijas.
Porque a pesar del diagnóstico que indicaba poca “utilidad” de las manos (agravada por una debilidad en la columna vertebral), las niñas comenzaron a confeccionar vasos, portarretratos y demás elementos utilitarios que vendían para solventar los gastos.
Y con perseverancia y esfuerzo, hoy las hermanas Johanna y Carla Mauricio, en su casa de Talara Alta, usan esas manos para hacer trabajo de cerámica al frío, pintura decorativa, pintura en tela, bordado en cinta, repujado en aluminio, decorado en vidrio Y otras manualidades y artesanías.
Johanna y Carla Mauricio siguen el tratamiento aún. Ahora tienen que viajar de tanto en tanto a Piura. La venta de estas manualidades ales ayuda a costear los gastos. Si quiere comprar alguna de esas hermosas manualidades hechas por las hermanas Mauricio y su madre puede comunicarse al 954835305. Y en el Facebook las buscan como Carla Sugey Mauricio Ochoa.
Ernestina sigue apoyando a sus hijas. Con mucho esfuerzo, porque lo que no hemos contado hasta ahora es que doña Ernestina también tiene esa enfermedad congénita en las manos. Pero aun así ha tejido una historia familiar que va saliendo adelante. Aun así ha zurcido un lazo fuerte entre sus hijas, ella y el arte. “Dios es maravilloso y nunca abandona” finaliza esta “madre coraje” talareña.
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